Según la versión original de Salovey y Mayer (1990), la inteligencia emocional consiste en la habilidad para manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones.
Según Mayer y Salovey (1997: 10), “la inteligencia emocional incluye la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar emoción; la habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan pensamientos; la habilidad de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y la habilidad para regular las emociones para promover crecimiento emocional e intelectual”. La inteligencia emocional se refiere a un “pensador con un corazón” (“a thinker with a heart”) que percibe, comprende y maneja relaciones sociales.
Estos autores han ido reformulando el concepto original en sucesivas aportaciones (Mayer y Salovey, 1993, 1997, 2007; Mayer, Caruso y Salovey, 1999, 2001; Mayer, Salovey y Caruso, 2000).
Una de las formulaciones que se toman como referencia es la siguiente (Mayer, Salovey y Caruso, 2000; Mayer y Salovey, 1997, 2007). La inteligencia emocional se estructura como un modelo de cuatro ramas interrelacionadas:
1) Percepción emocional.
Las emociones
son percibidas, identificadas, valoradas y expresadas. Se refiere a sí
mismo, en otros, a través del lenguaje, conducta, en obras de arte,
música, etc. Incluye la capacidad para expresar las emociones
adecuadamente. También la capacidad de discriminar entre expresiones
precisas e imprecisas, honestas o deshonestas.
2) Facilitación emocional del pensamiento.
Las
emociones sentidas entran en el sistema cognitivo como señales que
influencian la cognición (integración emoción y cognición). Las
emociones priorizan el pensamiento y dirigen la atención a la
información importante. El estado de humor cambia la perspectiva del
individuo, desde el optimismo al pesimismo, favoreciendo la
consideración de múltiples puntos de vista. Los estados emocionales
facilitan el afrontamiento. Por ejemplo, el bienestar facilita la
creatividad.
3) Comprensión emocional.
Comprender y analizar las emociones empleando el conocimiento emocional. Las señales emocionales en las relaciones interpersonales
son comprendidas, lo cual tiene implicaciones para la misma relación.
Capacidad para etiquetar emociones, reconocer las relaciones entre las
palabras y las emociones. Se consideran las implicaciones de las
emociones, desde el sentimiento a su significado; esto significa
comprender y razonar sobre las emociones para interpretarlas. Por
ejemplo, que la tristeza se debe a una pérdida. Habilidad para
comprender sentimientos complejos; por ejemplo, el amor y odio
simultáneo hacia una persona querida (pareja, hijos) durante un
conflicto. Habilidad para reconocer las transiciones entre emociones;
por ejemplo de frustración a ira, de amor a odio.
4) Regulación emocional (emotional management).
Regulación
reflexiva de las emociones para promover el conocimiento emocional e
intelectual. Los pensamientos promueven el crecimiento emocional,
intelectual y personal para hacer posible la gestión de las emociones en
las situaciones de la vida. Habilidad para distanciarse de una emoción.
Habilidad para regular las emociones en uno mismo y en otros. Capacidad
para mitigar las emociones negativas y potenciar las positivas, sin
reprimir o exagerar la información que transmiten.