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Aspectos a prevenir: discriminación y generalización

Por Rafael Bisquerra

Cuando un niño manifiesta descontrol emocional (por ejemplo pegar a un compañero) y después hace la tortuga, puede ser que haga la tortuga solo para conseguir la recompensa. La práctica apropiada de la tortuga es hacerla antes del comportamiento disruptivo (por ejemplo pegar). Cuando un niño hace la tortuga de forma inapropiada, el profesor pude hacer dos cosas: ignorarlo o decirlo claramente; por ejemplo, “no puedes recibir un sello porque haces la tortuga cuando no corresponde”.

Como consecuencia de lo anterior surge la necesidad de discriminar claramente cuando es apropiado hacer la tortuga y cuando no lo es. No es una distinción fácil; ni para el alumnado, ni tampoco para el profesorado.

La discriminación y la generalización son dos aspectos de la técnica de la tortuga que deben ser tomados en consideración. Para la discriminación se trata de establecer unas reglas claras; lo cual no es fácil. Para la generalización, se trata de que pasado un mes de aplicación de la técnica de la tortuga, el profesorado debe empezar a limitar de forma tangible las recompensas materiales (sellos), hasta llegar a una por día. Sin embargo pueden continuar los elogios siempre que los niños hagan la tortuga de forma apropiada. Para los niños más pequeños, la gratificación con sellos puede continuar de forma indefinida. A partir del curso superior de preescolar, las gratificaciones deben ser retiradas gradualmente. Con ello se pretende una generalización del comportamiento emocional regulado a todas las situaciones de la vida escolar y por extensión a otros contextos de la vida: familiar, social, tiempo libre, etc.